Parece que la sucesión ecológica se ha detenido en algún punto intermedio entre los pastizales largamente pastoreados y los bosques de hayas, robles albares o rebollo con rodales de acebo que podría haber en un mundo sin nuestra especie.
Y es que vuelve a ser la mano del hombre la que ha conservado primero los acebos, pero solo los acebos, y la que ha detenido después la sucesión. Eso sí una mano del hombre que buscaba el beneficio propio y que para ello se sirvió del acebo: cuando la deforestación agrícola y ganadera alcanzó su máximo a finales del siglo XIX, principios del XX, estos pequeños rodales de supervivientes ofrecían leña, carbón y estivaderos para el ganado en un mundo de pasto y cultivos. Suficientes motivos para conservarlos.
Hoy vemos un paisaje raro y bello, un bosque secundario que resiste en medio de una ladera totalmente deforestada. Se conserva, pero no sigue los pasos de la sucesión ecológica. Nos gustan los acebos y hemos querido protegerlos en una "foto fija" de un bosquete muy ramoneado, sin regeneración, monoespecífico y cazado*. Me pregunto: ¿Qué queremos conservar en Garagüeta?
* La caza parece seguir siendo prioritaria y capaz de cortar pistas e impedir el tránsito por las sendas del acebal en sábados o domingos de cacería. En fin...