lunes, 31 de diciembre de 2018

C'est finit!




Anteayer, mi amigo Kiko y otros 50 compañeros de la Hullera Vasco-Leonesa se prejubilaron. Ficharon por última vez a la salida del pozo de la mina de Santa Lucía de Gordón. Al mismo tiempo que los últimos 20 trabajadores de la mina la Escondida en Tsaciana decían adiós al tajo. Los últimos de Filipinas. Prejubilados con tan solo 42 años. Este es el portazo final de la minera de carbón en León, en Asturias, en España y casi casi en Europa. 150 años después. En algún tiempo, este sector dio trabajo hasta a 40 000 personas sólo en la montaña de León. Y hoy, se cierra un ciclo que comenzó hace unos 20 años y que supuso un goteo constante de prejubilaciones, despidos, cierre de pozos...Europa tiene que disminuir las emisiones y reducir el uso de los combustibles fósiles es el camino necesario para conseguirlo. La realidad del cambio climático apremia y las medidas globales se hacen cada vez más urgentes.
Cuando los pozos ya no eran rentables, los cielos abiertos arrancaron a la montaña todo lo que pudiese convertirse en dinero. Ahora quedan los esqueletos de todo lo que fue, y pueblos como el mio, Santa Lucía, destrozados, sin trabajo, sin gente y ya sin la belleza de sus montañas.
Atrás deja los montes lunares, los polideportivos en los que se invirtieron los fondos de la reconversión minera y los pueblos con sus "casas nuevas", "colominas, "tocotes" y "economatos" vacios, negros y tristes. La montaña leonesa llora al carbón y es que alrededor de la minería había una cultura diferente, dura, reivindicativa, guerrera y quizás también oscura, muy oscura. Para los que de alguna manera descendemos de algunos de esos mineros nos queda un ideario colectivo en la memoria de fuscas, santasbárbaras, grisú, candiles y carbón. En la montaña, las ruinas del fuego negro, grietas, heridas, destrucción. En los pueblos, desolación.
El camino es hacia delante y así debe ser la transición hacia energías más respetuosas. Aún así, la nostalgia, quizás embellecida por el tiempo, de lo que fue y de lo que nos contaron palpita en un día como hoy.
Mañana ya no sonará la sirena en mi pueblo.