Ni mucho menos todos somos iguales. Las manos, la cara, el alma, quedan marcados con los surcos, profundos de la dureza. Hay vidas que aunque sean de hoy pertenecen a otro tiempo, a otro sistema, extinto años ha. Vidas que nunca pasarán a la Historia aunque sean reminiscencias actuales de eso que unos pocos escriben. Vidas que nos unen a la tierra, nos recuerdan de dónde venimos y quizás a dónde no queremos volver. Vidas atemporales y a veces condenadas a la soledad. Quedan pocas y hoy, una menos...
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