Un
paisaje blanco, helador, cascadas que se deshacen en témpanos de hielo, el
cierzo que ruge y congela la mirada, 1700 m de collada cantábrica en enero.
Unos abedules que resisten estoicos el invierno y unos lúganos (Carduelis spinus) saltando
de rama en rama.
Vienen
del norte buscando inviernos templados y se quedan aquí dónde apenas existe el
verano y el invierno se despliega con una fuerza de otras latitudes, ¿por qué
no buscarán la dulzura invernal de los valles y las riberas?
Unas
pocas parejas deciden criar en la primavera cantábrica, muy pocas, el resto
retornan al verdor efímero de las taigas del norte.
Apenas
20 g de ave que llega a Iberia arrastrada por la ventisca de un temporal
Escandinavo y consigue saltar de rama en rama en unos abedules tan fríos como
los que dejó en el Norte.
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Gracias Juanan por las fotos de los lúganos
De nada. Siempre es un placer compartir fotos con quienes te enseñan muchas cosas que desconoces.
ResponderEliminarDe hecho, si que buscan la dulzura invernal de valles y riberas, y en invierno bajan a dicho biotopo, y ahorita mismo se pueden ver hasta en los sotos del Bernesga
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