Parece que, aquí, en este norte ibérico hay dos
urogallos diferentes, dicotómicos que podrían relatar dos historias diferentes:
Uno
casi místico, legendario , ese sonido y señor del bosque, ese feisán del que
todo el mundo habla pero que muy pocos han visto, ése cuyas historias se
magnifican en los chigres hasta perder todo sentido de la realidad. Ése al que
todo el mundo sabe lo que le pasa y el por qué de su declive.
El
otro es Tetrao urogallus cantabricus, una tetraónida forestal, folívora que ha
encontrado su nicho en los bosques caducifolios de la cordillera cantábrica, y que
ha sufrido un declive importante en las últimas décadas .
El
primero es el que nos llevó a algunos a dedicar algunos años de nuestras vidas
a investigar pero solo y únicamente es del segundo del que sabemos algo, del que tenemos datos científicos,
contrastables y rigurosos que nos aportan información y que nos indican los
pasos a seguir.
A
menudo ambos se mezclan y todo el mundo sabe lo que pasa con el urogallo, eso
sí, sin que se sustente en datos
científicos. Y ahí viene el problema : se destina dinero para su
conservación que se basa en mentiras mil veces repetidas que se asumen como
verdades o en el atrevimiento de un desconocimiento sustentado por una
conversación de chigre. En el mejor de los casos esas medidas serán inocuas,
muy difícilmente tendrán un efecto positivo en las poblaciones de urogallo y
fácilmente pueden llegar a constituir una nueva amenaza antrópica para nuestros
urogallos ¿Para qué tenemos la ciencia si luego hacemos oídos sordos? Sólo si
hemos utilizado el método científico podremos extraer conclusiones, el resto
quedará en el campo de lo hipotético o anecdótico.
Acabo de descubrirte, me ha encantado y te seguiré.ENHORABUENA, por compartir todo lo que haces.
ResponderEliminarGracias Tino! Espero no defraudar. Un saludo
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