miércoles, 15 de mayo de 2013

Paraísos al fondo del valle: Salientes

Valdeiglesias, Tambarón, Catoute y Nevadín. Sonoridad no les sobra a los nombres ancestrales de los dosmiles imponentes y -sobrios de silicio- que cierran el no menos imponente valle de Salientes. En Salientes acaba el valle, en Salientes acaba la carretera y cualquiera diría que en Salientes se acaba el mundo.
Valle de Salientes
El viaje al salvaje oeste cordillerano es largo, muy largo pero cuándo crees que ya se ha acabado aún es corto para llegar a Salientes. Llegas a Tsaciana -vayas desde dónde vayas- con sensación de haber recorrido todas las montañas del norte peninsular, sigues hasta Palacios del Sil y los árboles aún no te dejan ver el bosque. Todavía allí ya lejos de lo lejano tendrás que adentrarte 17 largos km por una carretera más que terciaria en un valle tortuoso, estrecho y delicioso que recorre todo el cauce del río Valseco. Y que desde luego, merece la pena.

Río Valseco

 Salientes no es un pueblo al uso, Matalavilla y Valseco (los pueblos que le preceden en el valle) lo son algo más, en el contexto de una Cordillera Occidental patsueza. En Salientes se nota otro xeito, es grande para su ubicación, la piedra pizarrosa de las casas se sustituye por mármol (por supuesto foráneo) en los dinteles de las ventanas y los marcos de los portones, una reminiscencia de minería de oro impregna el ámbiente y algo muy auténtico se respira en sus gentes... No sé qué pero lo hace especial.

Salientes, la nuit

Los molinos de Salientes

Los Molinos de Salientes


Y el monte, ese monte, que deja sin palabras y guarda secretos de osos, lobos y urogallos en abedulares tapizados de arándano.


Un lugar en el que perderse, en el que no nos debemos de olvidar de que en Salientes, todas las Madreñas son Rojas!

Potro y casa típica

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