lunes, 25 de junio de 2012

Los que decidimos quedarnos


Mi nombre es Manuel, tengo 29 años y vivo en una pequeña capital de provincia del noroeste español. Estudié Biología, hice un máster, el doctorado y hablo inglés. Durante mi formación académica, pagada con dinero público, tuve la oportunidad de trabajar en Sudamérica, Norteamérica y en otro país europeo. Al expresidente Zapatero le reprocho sus promesas incumplidas con la autonomía leonesa, pero le agradezco que sus políticas hayan mejorado la calidad de vida de un amigo con discapacidad física. No soporto el tono de voz hilarante y agresivo del ministro de Economía, Luis de Guindos. Siento vergüenza al escuchar las declaraciones suicidas con las que la consejera de Educación, Cultura y Deporte defiende los recortes en Investigación. Me pregunto frecuentemente por qué tanto Aznar como Rajoy tienen alguna tara en el labio que les incapacita para vocalizar con normalidad. Y considero que en este país los políticos vascos son los más profesionales y serios en el desarrollo de su labor. Además, tengo que admitir que suelo ver los documentales de La 2, y de vez en cuando Saber y Ganar. Podríamos decir que soy uno de tantos jóvenes de este país que estamos lo “suficientemente” preparados pero sin saber muy bien para qué. Desde el mes de marzo, ni tengo trabajo remunerado, ni ingresos económicos de ningún tipo. Queda claro que desde entonces, mis padres han vuelto a ser mis benefactores.

Por casualidades de la vida, hace un par de semanas me crucé con el  Rector de la  universidad en la que me licencié y me doctoré mientras los dos paseábamos por la ciudad. Es un hombre de matemáticas, abierto y dicharachero, que alardea humildemente de ser propietario de dos cátedras. A pesar del elevado cargo que por reelección consecutiva ostenta, le encanta conversar con alumnos, exalumnos o cualquier miembro de la comunidad universitaria. De modo que me brindó 15 minutos de su apretada agenda, en los que aproveché para charlar acerca de los temas de más actualidad: recortes y crisis, ó crisis y recortes. El buen hombre, acababa de llegar de un encuentro con el consejero de Educación de la comunidad autónoma y se podía percibir en él abatimiento y desánimo, debido a los recortes a los que la Universidad tendrá que hacer frente. Además, me hizo partícipe de su intención, en cuanto finalice su último mandato como Rector, de pegar el salto a la política profesional. Al final de la conversación le pedí consejo: “entonces Sr. Rector, ¿qué le recomendaría a un joven en mi situación?”, me contestó con rotundidad y seguro de lo que decía: “abandonad el barco, id a otro país dónde se os valore profesionalmente, aquí no podréis desarrollaros”. Ciertamente y viniendo de una persona cuyo cargo debe ser tratado de Magnífico, me quedé sorprendido, estupefacto, ya que esperaba una respuesta más elevada, más ilustrada, algo que no hubiera oído ya en el bar del pueblo. En un alarde de locura y de poco sentido común, le respondí con otra pregunta: “y por qué no se va ud. y deja sus dos cátedras para las nuevas generaciones”, a lo que me respondió: “porque yo tengo 55 años y la vida ya hecha aquí”. En ese momento, paré dos segundos y no le espeté lo que se me estaba pasando por la cabeza (¡precisamente por eso es por lo que puede ud. abandonar el barco, porque tiene la vida hecha y porque lo que sobran en este país son políticos sin formación y no jóvenes preparados!). Por algún extraño tipo de lucidez que me invadió, ese pensamiento no se materializó en palabras y el Rector y yo tuvimos una despedida educada y cordial.

Resulta decepcionante escuchar que el camino a seguir para poder desarrollarnos profesionalmente pasa únicamente por irse a otro país. Ese derrotismo a menudo es transmitido por personas que en cuanto terminaron su formación, allá por los años 80, casi de forma inmediata pasaron a ocupar algún puesto público sin mayor competencia. Por aquél entonces los pocos que alcanzaban altos niveles académicos solían proceder de las familias más pudientes de este país, y esto sigue siendo muy común hoy día. La falta de planificación que supone para el Estado la inversión en formación de jóvenes que luego pasan a formar parte del capital o del desarrollo extranjero, no me parece que sea digna de alabanza. Irse es una opción tan buena y tan mala como quedarse, pero no es la única. La tónica general que se respira en este país es que los jóvenes formados aquí no tienen lugar. Pero en la vida de muchos jóvenes ganar 1000 euros más al mes pagando el precio de renunciar a su gente, a su cultura, a sus raíces ó simplemente a ver envejecer a su padre, no les compensa. Me incluyo entre ellos, y pido el mismo respeto y admiración que les otorgamos a  los que deciden abandonar el barco por mil euros más en la nómina.

Cantaba Mercedes Sosa que desafortunado es el que tiene que marchar a vivir otra cultura diferente. Pero desde que vemos programas del estilo Españoles por el Mundo, parece que todos los que están fuera viven más felices y mejor que los que hemos decidido quedarnos y reinventarnos en nuestra tierra. Sin embargo, la emigración está llena de historias desafortunadas, de desarraigo, de nostalgia y de miseria, y estos programas de TV sólo nos muestran una cara, la bonita de la emigración, es decir, tergiversan la realidad para mantenernos enganchados, entretenidos.

Resumiendo esta historia de jóvenes y rectores con inquietudes políticas, he de decir que en este país no hay exceso de jóvenes sobradamente preparados, sino de políticos sin formación, cínicos, incapaces y populistas que buscan únicamente su enriquecimiento personal. Consecuentemente, su labor política fomenta la fuga de cerebros en vez de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, que aumentaría si hubiera más profesionales altamente cualificados trabajando. Estos políticos, que no lo son todos, son capaces únicamente de vender humo y alarmismo social. Son incompetentes y sin embargo no tienen que abandonar el barco, aquí hay sitio para ellos…

Confiemos en que las dos cátedras del Rector de mi universidad aplicadas al ejercicio político no contribuyan tan sólo al alarmismo social. Y para terminar, las palabras de otro hombre de ciencias al igual que el Rector, Albert Einstein: Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. 

 Manuel A. González

jueves, 21 de junio de 2012

"En peligro de extinción"

Afortunadamente, hoy, los linces ibéricos Lynx pardinus todavía campan por nuestros montes

El lince ibérico Lynx pardinus es una de las especies que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza incluye en la categoría de "En Peligro Crítico de Extinción". Es decir, esta especie afronta un riesgo extremadamente alto de extinguirse en el medio salvaje. Cualquier especie clasificada bajo esta categoría responde, al menos, a uno de los siguientes criterios: disminuciones poblacionales de entre un 80 % y un 90 % de su población en los últimos 10 años o 3 generaciones, fluctuaciones, disminución o fragmentación en su rango de distribución geográfica, o una población estimada siempre menor que 250 individuos maduros. 
 
A día de hoy,  más de un 25% de los mamíferos del planeta están clasificados en las dos categorías de máxima amenaza ("En Peligro Crítico de Extinción" y "En Peligro de Extinción"), 1322 de 5487. Y ésto sólo hablando de los mamíferos, uno de los grupos de los que más información disponemos. Si hablamos de invertebrados, sabemos que muchas especies habrán pasado a la historia, incluso antes de ser descubiertas.

Las cifras asustan. ¿Les dejaremos a nuestros hijos un mundo sin linces, pandas o rinocerontes?

domingo, 17 de junio de 2012

Dende el Reinu del Busgosu



En lugares y días y como estos, el halo  del Busgosu, señor de los bosques cantábricos, late en cada paso y cada rincón. En otros tiempos, este ser mitológico protegía sus montes de leñadores y cazadores. Hoy, las amenazas parecen otras, más del estilo de lunares minas a cielo abierto, pretendidas actuaciones de ordenación o mejora del hábitat, -pero ¿quién somos nosotros para decidir cómo ordenar un hábitat o cómo mejorarlo?¿un hábitat natural se puede mejorar?- o incendios provocados reincidentemente, incluso por aquéllos a los que pagamos por vigilar y cuidar nuestros bosques
¡Que el Busgosu nos proteja!

miércoles, 6 de junio de 2012

Demagogia con el urogallo: lo mismo para un roto que para un descosido

Hace unos pocos meses nos enteramos por la prensa que el "malévolo urogallo" dejaba sin trabajo a 65 pobres mineros. Eso sí, nos saltamos a la torera el insignificante detalle de que la explotación era simplemente ilegal. Todos entendemos que trabajar en algo ilegal como el narcotráfico es sancionable, sin embargo nos cuesta entender que se cierre una mina por ser, al igual que el narcotráfico, ilegal. En cualquier caso, nos parece lo suficientemente "razonable" evitar afrontar el problema y buscar a los verdaderos culpables de la ilegalidad, y convencidos, pedimos responsabilidades a una especie de ave, en peligro de extinción que parece que pasaba por allí en ese momento. Curioso razonamiento, que sin embargo parece que no funcionó.

Ayer, el razonamiento en la prensa era el inverso, ¡queremos cuidar al urogallo! Tanto que nuestra empresa ofrecerá altruistamente 1 millón de euros para tal fin. A priori y para muchos de los lectores seguro que resulta digno de alabanza. Todavía quedan grandes empresas de esas solidarias y comprometidas que piensan en todos, menos en el beneficio económico propio. Que nadie se lo crea, que eso es mentira, ¡no existe!. La empresa en cuestión resultó ser Enel Green Power. A poco que indaguemos, nos daremos cuenta que es la misma empresa que ha construido y explota 4 parques eólicos dentro del hábitat del urogallo en los montes cantábricos. También es la misma que empezó las obras de otros parques en una zona de cría de urogallo, eso sí, sin autorización, ni Declaración de Impacto Ambiental. Total, ¿para qué?. Pero no les salió bien y la justicia les impusó una fianza de un millón de euros por su ilegalidad. El mismo millón con el que ahora se quieren lavar la cara y "reconciliarse" con el urogallo. Calderilla para una empresa que con sólo dos de sus parques eólicos en esta misma zona (Valdesamario y La Espina) embolsa 6 millones de euros cada año. Lo mejor, sorprendentemente y desesperanzadoramente, estos dos parques siguen funcionando a pesar de su ilegalidad. Y ésto es lo que nos venden como "energías verdes". ¡Pa' flipar!

Vamos, que el urogallo resulta que sí que va a ser un ave emblemática, que debe llegar al "corazoncito" de los lectores, y que lo podemos usar con toda la falta de profesionalidad que nuestra falta de ética nos permite, para cualquier tipo de roto o de descosido. Asumimos que es fácil manejar a la opinión pública y que hoy tendremos a un maligno urogallo capaz de echar a la calle a trabajadores y mañana podremos allanar el camino a alguna bondadosa empresa que asegura hacer todo lo posible por conservar a la anteriormente maligna especie. ¿Qué será lo próximo?

Pastores del páramo


Hay algunos oficios que están claramente "en peligro de extinción". El de pastor es uno de ellos. Pero no el de cualquier pastor, sólo el de esos pastores que rezuman dignidad y profesionalidad. Aquéllos que pasan el día con el ganado, lo conocen y conocen la estacionalidad de los campos, trashuman o ahora, más bien, bajan de la montaña a la ribera (en ese movimiento que algunos llaman transtermitancia), cuidan a sus mastines y careas porque saben que así pueden evitar conflictos con los lobos. Pocos quedan de éstos. Por el contrario, el perfil actual de pastor pasa más bien por el de un hombre que busca en el ganado una segunda ocupación. No quiere renunciar a ninguna de sus comodidades, pero tampoco se conforma sin su ganado, al que, por otra parte, no le dedica el tiempo que requiere. Sin embargo, sí que cobra las subvenciones y los daños que dicen de lobos; unas pocas veces reales, otras inventados o incluso provocados, y muchas veces producto de su negligencia. Y encima, nos venden la necesidad de su profesión, piden exterminios de lobos (como es habitual en este país, "echando la culpa al utillero") y exigen subvenciones en años malos. ¡Cómo que el resto de profesiones no tuviéramos años malos! Orgullosos de creerse herederos de un oficio milerario, desvirtúan el verdadero alma de su profesión.

Mientras tanto, aún hoy podemos ver imágenes como ésta en los campos de Chozas. Y éste era de los verdaderos; de esa raza de pastores que no perdió su libertad porque no abandonó sus ganado y sus pastos (ver La Lentitud de los Bueyes. Julio Llamazares).